El misterio del ladrón que robó US $200.000, saltó de un avión en paracaídas y nunca fue hallado.
Un hombre de mediana edad, vestido con un traje impecable y un abrigo y corbata negros, fue al aeropuerto y compró un pasaje en la víspera del Día de Acción de Gracias de 1971 en Portland (Oregon) bajo el nombre de Dan Cooper.
Este fue el increíble inicio de uno de los mayores misterios sin resolver en la historia criminal de Estados Unidos.
Cooper tomó un vuelo de Northwest Orient Airlines con destino a Seattle y se sentó en la última fila del avión junto a otros 36 pasajeros y seis tripulantes, pidió un bourbon con soda y se puso a fumar cigarrillos.
Al poco de despegar entregó una nota a la azafata, Florence Schaffner de 23 años, quien la guardó en el bolsillo sin darle mayor importancia; la chica comentó después que creía que se trataba de una proposición sexual, como otras que había recibido, pero se equivocaba.
El hombre enseguida le dijo que leyera la nota, diciéndole que escondía una bomba y pidió que se sentara a su lado y le enseñó un maletín repleto de cables posteriormente exigió US$200.000 en billetes de US$20 y cuatro paracaídas.
La azafata llevó la nota al piloto quien aterrizó en Seattle, donde Cooper permitió que los pasajeros desembarcaran junto a dos azafatas, a cambio de lo que exigía.
A 3.000 metros de altura tras despegar nuevamente con los pilotos y una tercera azafata, Cooper ordenó que el avión tomara rumbo a Ciudad de México, dio órdenes concretas sobre a qué altura volar, a qué velocidad debían ir y la posición del avión. Una vez satisfecho, Cooper se ató el dinero al cuerpo y pidió que la azafata fuera a la cabina del avión para quedarse solo.
En algún lugar entre Seattle y Reno (Nevada), Cooper abrió la puerta trasera del Boeing 727 y saltó en paracaídas a unos 3.000 metros de altura, en plena noche, sobre las montañas agrestes del estado de Washington, esfumándose para siempre.
Nunca se supo ni siquiera su nombre real, compró el pasaje con el nombre de Dan Cooper y después la prensa le añadió las siglas D.B. después de que el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) investigara a un sospechoso llamado D.B. Cooper, quien resultó ser inocente.
Desde entonces el FBI ha entrevistado a una ingente cantidad de sospechosos.
La mejor pista surgió en 1980, cuando un niño se topó con un paquete en descomposición que contenía US $5.800 en billetes de US $20 con números de serie que coincidían con los del botín.
El FBI ha investigado el crimen por 45 años sin resultados, también encontraron trozos de paracaídas y la corbata negra que llevaba Cooper, pero ni rastro del ladrón.
El fin de la investigación:
El 11 de julio de 2016 el FBI finalmente arrojó la toalla, anunciando el agente Frank Montoya, quien afirmó: “Hoy llegamos a la conclusión de que llegó la hora de cerrar el caso porque no hay nada nuevo”, poniendo así punto final a una de las investigaciones criminales más prolongadas e inconclusas que el FBI tenía.
Aunque, eso sí, Montoya añadió: “Si surgiese algún indicio nuevo, sobre todo del paracaidista o del dinero, entonces reabriríamos el caso y llevaríamos al culpable a la justicia”, sin embargo, hasta que eso ocurra D.B. Cooper puede estar tranquilo, siempre y cuando haya sobrevivido al salto y siga con vida.
Tras lo sucedido, lo único que quedó de D.B. Cooper fue esta ilustración que proporcionó el FBI junto con la ayuda de las azafatas, con el objetivo de capturar al ladrón.