Tulpa, en su traducción más simple “construir”, es un concepto del budismo tibetano.
Según la creencia, al hacer un tulpa, este ser se hace visible a otras personas, llegando incluso a adquirir voluntad propia.
Hacer estas entidades, no es sencillo ni cualquiera lo puede hacer, pero si lo logras debes tener mucho cuidado. En general son construcciones mentales, un ente místico creado por un acto de la imaginación y de la voluntad, que adquiere conciencia física.
Es como un fantasma, una presencia formada por monjes o iniciados después de una larga meditación. No es una simple visión, es un fenómeno dotado de consistencia física, capaz de emitir olores y sonidos entre otras cosas.
Puede tomar cualquier forma, un animal, un objeto, un edificio, un paisaje o un ser humano. Esto es posible ya que se tiene la creencia de que el mundo y el universo entero, son un flujo de conciencia y por lo tanto, no hay ningún fenómeno que exista fuera de está misma.
Suponiendo que reúnes lo necesario para crear a estas entidades, debes tener una mente disciplinada, dada al aislamiento y contar con la ayuda de ciertos rituales que permitan la materialización de las ondas mentales. No obstante, a diferencia del espiritismo, las sesiones durante las cuales nacen los tulpas pueden realizarse a pleno sol y no tienen ninguna necesidad de la presencia de un médium.
La creación de un Tulpa de manera solitaria puede tomar mucho tiempo y esfuerzo, pudiendo llevar a un fuerte desgaste psíquico. Si el individuo no está acostumbrado a enfocar sus energías mentales, o si simplemente no conoce las técnicas correctas para hacerlo la creación de dicha entidad probablemente termine en un fracaso.
Por lo general, estas proyecciones mentales tendrían una vida corta. Lo normal es que se deterioren casi inmediatamente después de ser creadas, sin dejar una huella profunda en la materia que penetran en el plano físico.
Sin embargo, si el pensamiento es particularmente intenso, transformaría la materia mental en una forma más permanente, que tendría una vida más larga.
A través de una fuerte creencia y visualización, el ente va aumentando su poder hasta alcanzar su propia existencia, dejando atrás a quienes lo crearon y podían controlarlo, dejan de ser imaginarios para pasar enteramente al plano físico y ya no son tan fáciles de eliminar.
Una persona que afirmó haber logrado materializar este tipo de entidades, reportó que el proceso de creación, le tomó meses y que involucro sesiones de concentración intensa y repetición incesante de ritos místicos al punto de casi desmayarse.
Después de lograr construir un tulpa, esta entidad la acompaño a todos lados, como un fantasma que se apegaba fielmente a su concepto mental original y que solo ella podían ver. Eventualmente, debido a la interacción diaria y reafirmación constante, el tulpa fue adquiriendo cualidades más reales, su aspecto cambió, volviéndose de un tono oscuro y siniestro. La entidad tomo conciencia de sí misma y finalmente escapo del control de su creador. Para evitar problemas, está persona decidió “disolver” a su siniestro acompañante, tarea que probó ser extremadamente difícil ya que, por casi 6 meses, este se aferró a su existencia desesperadamente.