El 17 de mayo del 2017, en un pueblo a las afueras de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México, a doña Bertha Elizalde le ocurrió lo que nadie quisiera vivir, en una mañana normal, cuando ella preparaba el desayuno para su esposo, ambos ya mayores de edad, apenas tenían que preocuparse por ellos mismos pues sus hijos habían fallecido a manos del narcotráfico de la zona, los señores habían vivido ahí toda la vida, en su humilde casa tenían un lugar donde sembraban algunas cosas y los pocos animales que aún quedaban vivos les proveían de más alimentos, lo que ninguno imaginó es que ese día sería el más lamentable desde la muerte de sus hijos.
Todo comenzó cuando llegaron al lugar unos hombres trabajadores del gobierno y encargados ejidales, que traían unos papeles que decían que supuestamente uno de sus hijos había puesto en garantía el terreno en donde desde hace sesenta años, doña Bertha y su esposo habían vivido, los hombres bajaron del ostentoso vehículo y comenzaron a tomar medidas del terreno mientras otros tomaban fotografías y hablaban de cómo iban a derribar la pequeña casa de doña Bertha para construir una gasolinera. Doña Bertha por supuesto quedó extrañada y de inmediato, se dirigió a aquellos hombres y les preguntó: “buenos días ¿se les ofrece algo?” Uno de ellos dio paso al frente y comenzó a explicarle a doña Bertha lo que ocurría: “buenos días necesitamos que desaloje este lugar de inmediato este terreno ahora ya no les pertenece y necesitamos que se vayan, firme estos papeles por favor”.
Doña Bertha no era nada tonta, sabía que las cosas no andaban bien y en efecto, estas personas estaban intentando aprovechar el mal manejo que tenían las escrituras del terreno que si bien no tenían todo en regla era mentira que uno de sus hijos lo había puesto como garantía en un supuesto préstamo, habló con su esposo y a los pocos minutos éste salió con machete en mano dispuesto a defender a capa y espada lo que por derecho les pertenecía, los hombres salieron corriendo del lugar pero más que asustados salieron de ahí riéndose, burlándose de los pobres ancianos “no saben lo que le espera” dijo uno, al parecer estas personas tenían algo planeado, algo que ni siquiera doña Bertha y su esposo esperaban.
Cayó la noche y como era costumbre el esposo de doña Bertha salió a revisar a los animales, cada uno debía estar en su lugar y debidamente asegurado, casi había terminado cuando de pronto un ruido extraño atrajo su atención, pero el pobre señor apenas y veía, entonces tratando de distinguir algo entre la oscuridad alcanzó a ver que alguien se acercaba, traía algo en la mano, y cada vez estaba más cerca de él, cuando por fin pudo distinguir lo que pasaba era demasiado tarde, un hombre robusto y grande lo alcanzó, lo tomó de un hombro y con la otra mano comenzó acuchillarlo en el abdomen una y otra vez. El anciano cayó al piso, aún respiraba, así es que lo volvió a perforar, pero ahora en el pecho, luego en el cuello y finalmente en un acto de desesperación le enterró el arma en los ojos.
Doña Bertha estaba en la cocina, de pronto sintió un escalofrío, tuvo un presentimiento, doña Bertha con una extraña angustia en el corazón salió a la puerta de su casa miró hacia todos lados buscando a su marido, pero no lo encontró comenzó a llamarlo mientras daba vuelta a la casa, todos los animales estaban en su lugar, doña Bertha se acercó a un arbolito y antes de que pudiera alcanzar a ver al asno manchado de sangre tropezó con el cuerpo ensangrentado de su esposo sin vida.
Doña Bertha lloró como cuando sus dos hijos murieron, era un llanto de dolor, su compañero de vida se había ido para siempre y de la manera más cruel que pudiera imaginar, doña Bertha no fue a la policía, no avisó a nadie de lo ocurrido, decidió enterrar a su esposo en el patio de la casa junto al árbol donde limpió su sangre y liberó a todos los animales que poseían, entró a su casa y buscó desesperada un viejo libro, busco entre sus páginas el contenido más macabro que puedas imaginar, aquel libro perteneció a su madre, la cual según dicen, fue bruja y murió dormida en su cama con una sonrisa en la cara.
En el libro venía un conjuro especial prohibido porque invocaba a un demonio, con ese conjuro podías hacer que el mismísimo satanás tomara posesión sobre el cuerpo y alma de la persona a quien conjurar. Doña Bertha sabiendo que tenía los días contados decidió tomar venganza contra quienes mataron a su esposo dándole su alma al diablo pero pidiéndole un favor, matar a quienes mataron a su esposo, el 18 de mayo las autoridades municipales encontraron una camioneta calcinada en el terreno de doña Bertha, había cinco cuerpos de personas aparentemente torturadas puestas una sobre la otra sin ropa y sin ojos, no se trataba de un mensaje, las autoridades descartaron lo ocurrido porque no correspondía al modus operandi de los nárcotraficantes, se trataba de un asesinato.
Cuando las autoridades estaban tomando fotografías del incidente decidieron tocar a la puerta de la casa de doña Bertha pero nadie abrió la puerta, al intentar forzarla esta se abrió con facilidad y debido a la importancia del caso decidieron entrar a investigar, lo que encontraron dentro fue escalofriante, doña Bertha estaba sentada en una silla con una sonrisa en la cara, bañada en sangre con el machete de su esposo en la mano y un collar formado con los ojos de las cinco personas muertas que estaban afuera, doña Bertha se quedó mirando fijamente a los oficiales y de pronto cerró los ojos y murió de un infarto al corazón, con la misma sonrisa con la que años atrás había muerto su propia madre. La fotografía que miras es la única que se tiene sobre doña Bertha, con el collar de ojos censurado debido a que no es permitida la imagen, su sonrisa dice que el trato valió la pena…