Los recuerdos y vivencias según la cultura popular es lo único que no llevamos al término de la vida, muchas veces estos nos atan a lugares donde estos fueron importantes, así haciendo que quien se encuentre en esta situación, no pueda descansar en paz.
Anita, una pequeña 2 años todas las noches regresa queriendo encontrar a sus padres y olvidando que ella encontró la muerte y su cuerpo ya no se encuentra físicamente en este plano.
El 6 de julio de 1908, una familia de origen francés, que se encontraba residiendo en la ciudad de Orizaba, Veracruz; conformada por 3 miembros, mamá, papá e hija, fueron invitados a celebrar una fiesta de uno de sus más queridos parientes.
Durante la celebración, todo marchaba de maravilla y la familia se la estaba pasando muy bien, hasta que la pequeña Ana María se apartó de la vista de sus padres.
Pasaron algunos minutos cuando de entre los invitados, se escucharon desgarradores gritos y un llanto aterrador; eran de la niña que se encontraba envuelta en llamas después de que una veladora cayera sobre su vestido.
Sus angustiados padres hicieron de todo para sofocar las llamas, pero cuando lo lograron, ya era demasiado tarde, la niña había muerto quemada y con una expresión de dolor en el rostro que nadie quisiera ver.
Tras su muerte, los padres de Ana María no podían acompañar el cuerpo de la pequeña, pues vivían en la ciudad de México, por lo que pidieron a un arquitecto que construyera un monumento en mármol al tamaño natural de la niña como un homenaje póstumo a su hija
El escultor realizó el encargo, detallando todo casi a la perfección, representando a la niña acostada en su cama, replicando desde los pliegues de las sábanas y la ropa, así como los adornos de la cama y las facciones de la niña haciendo énfasis en sus ojos; custodiada por un ángel guardián.
A partir del entierro, cosas muy sospechosas empezaron a suceder, pues cuenta la gente que en variadas ocasiones la figura de mármol abre los ojos y te sigue hacia donde te muevas.
Vigilantes del cementerio también aseguran ver a la niña, deambular por las noches rondando el lugar en busca de sus padres y en pocas ocasiones mencionan que un ángel la acompaña.
Este ángel por más de 100 años, día tras día asume su papel de guardián de la niña, y la protege en todo momento de la luz del sol, la lluvia y cualquier cambio climático que se avecine, pues con vida propia se va girando para que la pequeña no sufra frío, se moje o tenga calor.
Ana María hoy, a más de 100 años de su muerte y cuando su ángel guardián duerme, se levanta de su tumba y deambula por todo el panteón, toma flores de los entierros cercanos, mismas que aparecen por la mañana al pie de su escultura, también roba dulces y juguetes de las casas que rodean a este lugar.
Existe el rumor, que dice que Anita concede favores a los niños, y cuando éstos se cumplen, el beneficiario debe acudir a dejar un juguete a la tumba de la pequeña.
¿Dejarías que tus hijos o sobrinos, encomendaran un favor a esta pequeña entidad?