Los colibríes, también conocidos como picaflores, zumbadores, tucusitos, pájaros mosca, ermitaños o quindes, son unos de los pájaros más fascinantes, hermosos, ligeros y con la capacidad de moverse sutil como una pluma.
No existen especies en otras partes del mundo más que en América y están distribuidos desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
Su metabolismo es más rápido que el de todos los demás animales y por lo general, viven de 6 a 12 años.
La magia que emana esta ave se puede observar a simple vista, es delicada pero fuerte, con un aleteo rápido que lo ayuda a quedarse suspendido en el aire y cuando se acerca a ti, parece que te susurra.
La leyenda cuenta que, al principio solo había silencio, oscuridad y la nada. Los mayas más sabios dicen que los Dioses crearon todas las cosas en la Tierra y al hacerlo, a cada animal, cada árbol y cada piedra le encargaron un trabajo. Pero cuando ya habían terminado, notaron que no había nadie encargado de llevar sus deseos y pensamientos de un lugar a otro.
Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de jade y con ella tallaron una flecha muy pequeña. Cuando estuvo lista, soplaron sobre ella y la pequeña flecha salió volando. Ya no era más una simple flecha, ahora tenía vida, los dioses habían creado al colibrí.
Sus plumas eran tan frágiles y tan ligeras que, podía acercarse a las flores más delicadas sin mover un solo pétalo, sus plumas brillaban bajo el sol como gotas de lluvia y reflejaban todos los colores.
Como siempre que el hombre aparece en la historia y causo un terrible problema. A los hombres les llamaba muchísimo la atención esta hermosa y mágica ave, el color intenso y el brillo de sus plumas, acariciadas por los rayos del sol, eran de tal belleza que el hombre, en su ansia de poseer y dominar, deseaba atraparlos para adornarse con sus lindas plumas, como símbolo de poder.
Afortunadamente, los Dioses no lo consintieron, los colibríes eran criaturas sagradas. Los Dioses al ver esto, muy enfadados hicieron saber a todos que aquel que robara un colibrí de los cielos, sería duramente castigado, incluso con una condena a muerte y dejaría de contar con el favor de los Dioses. Por eso es que nadie ha visto alguna vez a un colibrí en una jaula, ni tampoco en la mano de un hombre.
Los Dioses también le destinaron otro trabajo: el colibrí tendría que llevar de aquí para allá los pensamientos de los hombres. De esta forma, dice la leyenda, que si ves un colibrí es que alguien te manda buenos deseos y amor.
Así, el misterioso y delicado pajarito ha podido realizar tranquilo su trabajo de llevar de aquí para allá los pensamientos de los hombres.