En el centro histórico de la capital de Jalisco, existe una peculiar leyenda. Instalada en donde alguna vez fue la primera imprenta de la capital tapatía, se encuentra una casa que hoy en día se ha convertido en un lugar que se envuelve en miedo y misticismo.
Popularmente conocida como “La Casa de los Perros”, Cuenta la historia que, a principios del siglo XX, un comerciante de café, habitó esta finca en medio de la soledad. A sus 70 años decidió buscar la compañía de una joven mujer, con quien contrajo matrimonio.
Después de casarse, emprendieron un viaje a Europa cruzando por el mar. Sin embargo, tras pasar los días el barco en el que la pareja de recién casados viajaba, estuvo a punto de hundirse, tras este incidente y la desesperación de casi contemplar el amargo final de ambos, decidieron jurarse amor eterno.
A pesar de vivir momentos de miedo, ambos sobrevivieron a la tragedia y juraron que, si alguno moría, el que quedara vivo rezaría en cada aniversario luctuoso a la media noche en el mausoleo.
Pasado el tiempo la joven haciendo goce de ser la esposa del señor de la casa, comenzó a decorarla, dándole un toque distintivo, agregó dos esculturas de perros que mandó traer desde Nueva York.
Poco tiempo después, el anciano esposo falleció, dejando a la joven viuda; pero con una inmensa fortuna y como era de esperarse ella se volvió a casar, se olvidó del viejo y abandono la casa que ella misma decoró.
Los años pasaron y poco a poco los sucesos paranormales comenzaron a suscitarse dentro de la casa, dando lugar a la leyenda popular que cuenta lo siguiente:
Quien rezara un novenario en el mausoleo de la casa, recibiría la escritura de esta misma; pero nada en esta vida es tan fácil, uno de los requisitos es realizar dicho novenario a las 12 de la noche llevando como compañía únicamente una vela.
Se dice que cientos de hombres y mujeres han intentado valientemente realizar está osadía, pero sus esfuerzos terminan cuando una voz de ultratumba intenta responder a los rezos, por lo que nadie ha podido completar dicha misión. Como consecuencia todas las personas, salen presas del terror a los pocos minutos, asimismo, se cuenta que muchos han sido encontrados inconscientes.
Finalmente, al nadie ser capaz de lograr dicha proeza, a mediados de la década de los 90s el Ayuntamiento de Guadalajara decidió poner fin a los intentos vanos de la gente por hacerse con el lugar, adquirió la propiedad y en ella, estableció el “Museo de Periodismo y las Artes Gráficas”.