No todas las brujas alcanzan el mismo rango y prestigio, ni desempeñan iguales funciones dentro del aquelarre o sus reuniones. Una cohorte de ancianas que actúa como cuerpo consultivo, acompaña y rodea siempre al demonio. Son brujas sabias, expertas en específicos menesteres malvados, con amplia experiencia en la magia negra, guardianas de la doctrina y normas de la secta que comunican a los novicios como maestras.
Hacia el fin del siglo XV, numerosos europeos instruidos creían que las brujas existían, y que ellas comúnmente practicaban actividades diabólicas, como por ejemplo la magia negra o el mal de ojo.
En esa época, creían que todas las brujas o casi todas ellas hacían un explícito pacto personal con el diablo, y que este pacto o acuerdo con el propio satanás, daba a la bruja el poder de desarrollar maleficios, permitiéndole entrar al servicio del maligno.
Esta creencia estaba muy extendida en las clases dominantes y cultivadas de la época, incluso con bastante más fuerza que en las clases bajas. En efecto, las clases populares entonces tenían tendencia a focalizar o centrar su atención en la capacidad de las brujas para perjudicar y para hacer daño, mucho más que sobre su posible asociación o unión con el maligno.
El término sabbat es una deformación de Sabasius, es decir de Bacchus (Bacus), derivado de la palabra Sabazzia, o sea, los misterios del Dios Dionicio. Estas fiestas eran organizadas en honor del «Dios Cornudo» de la fecundidad y de la naturaleza (encarnado por Dioniso, Pan, Lug, Cernunnos o Mithra). Las fiestas se acompañaban de libaciones, danzas y orgías sexuales, con el fin de estimular la fecundidad de las tierras.
Es a partir de la Edad Media, y por reacción de la Iglesia católica, que este «Dios Cornudo» comenzó a ser considerado el propio Diablo llamándolo Satanás o Lucifer, y que a su vez los eclesiásticos rebautizaron como Verbouc (Verbuc). Y fue por contra reacción a las represiones y persecuciones de la Iglesia católica que, el sabbat pagano se transformó en la misa negra.
Se pensaba que las brujas se reunían por las noches en lugares especiales, para allí desarrollar sus ritos mágicos. Y los lugares que esas sorcières elegían para practicar este arte, no eran fruto del azar o del capricho de alguna de las participantes. En efecto, los lugares del sabbat en general estaban situados alejados de los centros poblados, sobre un monte o en lo profundo de una selva, en entornos muy variados, y que permitieran el buen desarrollo y la eficacia de los ritos. Y los actores de estas ceremonias mágicas lograban los resultados esperados, por los poderes que se les otorgaban y por la memoria que suscitaban.
La cultura popular nos enseña que hay dos tipos de Bruja, la Bruja buena y la Bruja mala. Como vivimos en una sociedad dualística esta es una forma natural de pensar, lo cierto es que este antiguo arte, engloba otros muchos puntos de vista tanto religiosos como prácticos.
Sus actos de magia y objetivos son comúnmente aceptados por la sociedad donde se producen. La bruja blanca, combate los hechizos malignos, pues la magia blanca busca la prosperidad, la integridad, el desarrollo físico y mental en conexión con el espíritu. Su base es la armonización de la buena voluntad humana con las fuerzas de la Naturaleza.
A menudo se asocia con una mujer sabia de espíritu maternal y conceptos femeninos como el de la diosa Afrodita, la luna y otros espíritus de la naturaleza. El vínculo entre esta y la Madre Tierra es un tema habitual.
Una bruja blanca siempre busca el consejo de los dioses, espíritus y del inconsciente. Un oráculo puede ser, por ejemplo, el Tarot, I-Ching o Las runas.
Se definen por utilizar la magia negra, la cual consta de maleficios y hechizos provenientes de sus antiguos libros, estos hechizos son ideados para producir infortunio, enfermedades o cualquier otro tipo de daño. Hacen pactos con potencias sobrenaturales como los demonios o Lucifer para obtener poder e influenciar la mente y cuerpo de las personas contra su voluntad.
Entre sus prácticas más conocidas está la nigromancia, que es la adivinación a través de los muertos, la hematomancia es un tipo de magia basado en el uso de la sangre y otros tejidos vivos, también utilizan amuletos y hechizos para atormentar a sus enemigos.
Las brujas wiccas, adoran a una Diosa y un Dios, vistos como la Diosa de la Luna y el Dios astado o Lucifer, respectivamente.
Las celebraciones de la Wicca siguen los ciclos de la luna celebrando unos festivales conocidos como “Esbats”, que se asocian con la Diosa y los ciclos del Sol conocidos como “Sabbats” y asociado con el Dios Astado.
A menudo implican la práctica ritual de la magia, utilizando el texto religioso denominado como “Libro de las sombras”, similar a un grimorio que contiene conocimientos y rituales, aunque gran parte de las enseñanzas siguen siendo orales.
Los elementos básicos son parte importante de la cosmovisión de estas brujas. Las manifestaciones naturales expresan alguno de los cuatro elementos arquetípicos: Aire, Fuego, Agua y Tierra, o combinaciones de estos y suele añadirse un quinto elemento denominado Espíritu o Éter. Los elementos son simbolizados por el pentagrama, que entre otras cosas representa los cuatro elementos con el Espíritu en la parte de arriba. Al trazar el círculo mágico para los rituales religiosos, además de los dioses se invoca a los cuatro elementos que se corresponden con los cuatro puntos cardinales. Siguiendo el orden: Este, Sur, Oeste y Norte.