Todo el mundo ha escuchado alguna vez una historia o visto alguna, incluso hay quienes creen que están o estuvieron embrujados.
Muy pocos saben de donde se originaron las brujas, pero se viene hablando de ellas desde hace mucho tiempo.
No se puede precisar su origen, así como tampoco el de la brujería. En la antigüedad, ser bruja o practicar la brujería, era reprobado y temido por la población al grado de ser prohibido. No obstante, numerosas referencias literarias dan testimonio de la práctica continua de esta, ya que es compartida por numerosas culturas y cada una de ellas la interpretó a su manera.
Las brujas tienen una historia larga y elaborada, han tenido una gran importancia en el folclore y han creado a su paso fascinación, terror y temas de estudio.
Sus predecesoras aparecen en la Biblia, en la historia del rey Saúl que consulta a la así llamada “bruja de Endor”. También aparecen en el período clásico en la forma de “estirges”, unas temibles criaturas aladas con forma de harpías o lechuzas que se alimentaban de la carne de bebés.
Circe, la hechicera de la mitología griega, era una especie de bruja capaz de transformar a sus enemigos en cerdos. Así era también su sobrina Medea.
El invento del mito de la bruja se debe al dominico Hans Nider, creó un retrato donde mezcló tres o cuatro personajes ya conocidos, el eterno brujo, el hacedor de pactos, el comensal de una cena caníbal y las antiguas estirges volando en la noche. Añadió que la nueva figura de la brujería rendía un homenaje particular, de carácter sexual, al diablo.
La Edad Media, nos legó la fisonomía de la bruja tal como la conocemos hoy en día: una mujer fea, generalmente vieja, con una gran verruga en la cara, vestida de negro, que vuela montada en una escoba, con frecuencia en luna llena, ya que la luna y la bruja estaban relacionadas entre sí; revuelve asquerosos menjunjes en un caldero de hierro y tiene por mascotas a búhos, gatos negros o murciélagos.
Sin embargo, no fue hasta comienzos del Renacimiento que nuestra percepción moderna de las brujas se formó. En este periodo es donde nace el concepto de “bruja”, todo gracias al “Malleus Maleficarum” o “Martillo de las Brujas”, un libro escrito por el fraile italiano Bernardo Rategno da Como y el jesuita español Martín del Río, asesorados por el jurista francés Jean Bodin, en 1487; donde se detalla cómo debía realizarse la exhaustiva caza de brujas.
Si bien ya se perseguía a las mujeres por tener una especie de pacto con el Diablo o por ser sus “esposas”, fue en este libro donde se definió mejor el concepto de bruja. En sus páginas explica que las brujas son amantes del demonio, con quienes tienen encuentros íntimos y ayudan a traer el mal al mundo.
A las brujas, se les atribuye el poder de apoderarse de las mentes de las personas, controlando sus actos y llenando de maldad sus almas, además de tener poderes sobrenaturales. Incluso aseguran que vuelan en escobas y que por las noches usan ropa típica de las brujas, con sombreros picudos y túnicas negras.
Hubo un momento en la historia, en que las mujeres eran tan sospechosas que les resultaba difícil vivir sin exponerse a alguna acusación. Todo parecía ponerlas en entredicho. No se necesitaba nada para ello, acercarse demasiado a los niños o a los ancianos, y que después éstos cayeran enfermos, un gesto o una presencia sospechosa bastaban para inculparlas de conspiración con el diablo.
Para saber si alguna mujer era bruja se practicaba la siguiente prueba, tiraban al río a la supuesta bruja, si salía a la superficie la quemaban y si se quedaba en el fondo era inocente.
Basándose en estos conceptos, la Iglesia consiguió, llevara a la hoguera a varias decenas de miles de mujeres, que fueron asesinadas como castigo por practicar la brujería.
Las brujas se reúnen en aquelarres o Sabbat, el cual es la forma genérica de denominar a las agrupaciones de estas mismas, en el se realizan rituales y hechizos, bien como creencias religiosas paganas o aceptando en escritos cristianos como actos de invocación a Lucifer.
Para ser bruja, se requiere una iniciación, está comienza desde muy temprano. Las brujas “maestras” sacan de sus camas por las noches a niños y niñas menores de cinco años, mientras sus padres duermen y los llevan volando al aquelarre, si contaban lo que veían cada noche eran azotados por sus “maestras””, una de sus ocupaciones era guardar los sapos de los que las brujas obtenían los ungüentos que, entre otras cosas, les hacían volar, en principio no se les obliga a que renuncien de su fe porque son demasiado pequeños, por lo que son simplemente presentados al demonio, y cuando cumplen los seis años las brujas “maestras” los convencen para que renuncien a Cristo mediante golosinas y promesas de cosas fantásticas.
La ceremonia de la apostasía (ceremonia de renuncia a su fe) comienza un par de horas antes del aquelarre cuando la bruja “maestra” despierta al aprendiz, untándole por todo el cuerpo agua hedionda y verdinegra, obtenida de los sapos y lo transporta por el aire. Cuando llegan los espera el demonio sentado en su trono con figura entre hombre y cabra, ojos grandes; barba de cabra; manos corvas como las garras de las aves de rapiña; corona con cuernos pequeños y un cuerno muy grande saliéndole de la frente que ilumina la reunión. La bruja “maestra” presenta ante el demonio a su discípulo con la frase: “Señor, éste os traigo y presentó”.
A continuación, el niño o la niña de rodillas repite la abjuración que va pronunciando el demonio. “Niega a su familia y sus creencias originales”. Tras aceptar como su nuevo dios y señor a Satán que le conducirá al paraíso, el nuevo brujo o bruja realiza su primer acto de adoración ritual, “besándole la mano izquierda, después en la boca y en los pechos, encima del corazón y en el resto del cuerpo, si el neófito lo hace puntualmente su nuevo señor infame le hace una marca con una uña de su mano izquierda en alguna parte del cuerpo, señal que le durará siempre y que al menos durante un mes le producirá dolor; también lo marca en la niña del ojo dejándole impresa la figura de un sapo, signo que le servirá para conocer a otros miembros del aquelarre”.