Uno de los críptidos más emblemáticos de la criptozoología es el Kongamato (rompe botes), en la mitología de África y en criptozoología, es el nombre con el que se conoce a este monstruo volador.
Kongamato es una palabra que es parte de un hechizo utilizado por los Koandes para protegerse contra las inundaciones, causada por esta misma criatura; ellos usan un amuleto llamado “muchi wa Kongamato” para protegerse al cruzar algunos ríos que se creen son habitados por el Kongamato.
Ya en un libro de viajes publicado en 1923, Frank H. Melland narra los testimonios de varios indígenas de la región pantanosa de Jiundú, al noroeste de la actual Zambia, ahí el jefe de la tribu Jiwundu, identificó una figura del pterodáctilo como un Kongamato; lo describió, como una especie de reptil con alas de murciélago y un largo pico armado de afilados dientes, mientras murmuraba: Kongamato, Kongamato.
Esta criatura se relacionó con otros mitos tales como el Sasabonsam, conocido tradicionalmente vampiro-ogro, como monstruo de la mitología Ashanti; y el Olitu, mito del oeste en Camerún, que los naturales describen como una criatura-murciélago nocturna.
Igualmente, en Zambia y Zimbabue los nativos de la zona también habrían informado a reporteros de la BBC de Londres, sobre un “lagarto volador” con alas de 2 metros de envergadura y semejantes a los murciélagos.
Su pico es largo lleno de dientes y esto provoca que le teman y respeten, ya que según sus tradiciones ataca a seres humanos, especialmente a bebés a quienes se llevara volando entre sus enormes garras.
La descripción de esta bestia, según algunos grupos de criptozoólogos, encajaría perfectamente con algún tipo de reptil volador de la era jurásica y que voló sobre la tierra hace 65 millones de años. Sin embargo, esta postura es descartada de plano por la mayoría de los zoólogos y la mayoría de actuales criptozoólogos sólo postulan especies desconocidas de murciélago o incluso aves.
En cuanto a los fundamentos críticos en contra de su existencia, se postula que sólo sería una confusión con otros animales conocidas: grullas, murciélagos o algunas especies de cigüeña, que quizás pudieran ser confundidos mientras volaran en el cielo durante una tarde; y el resto de las características reptilianas serían sólo mitos.
También se describe como un dragón volador más o menos 1,22 m, con colores que van del verde al azul, pero en términos generales siempre es descrito como un cuerpo alargado, con los pies pequeños y grandes alas de murciélago.
Encuentro
En 1909 la leyenda tuvo mucho auge cuando un chico llamado Oliver Thomas fue secuestrado por esta criatura. El chico se fue a un pozo para conseguir agua cuando en su casa, todos oyeron sus gritos desesperados. Los lugareños vieron poco después de su desaparición, que había dejado huellas que llegaban hasta cierto punto y luego terminaban; más tarde encontraron un cubo, como si chico lo hubiera lanzado desde una gran altura.
Nunca apareció vivo pero varias semanas después, una calavera fue encontrada en lo alto de un árbol, esta poseía características muy similares a las del chico secuestrador por esta monstruosa ave.