Richard Franklin Speck, nacio el 6 de diciembre de 1941 en Kirkwood, Chicago, durante la Segunda Guerra Mundial, poco antes de que su familia se trasladase hasta Monmouth, Illinois. Allí se crió junto a sus otros 7 hermanos Speck estaba unido a su hermana pequeña Carolyn y a su padre Benjamin, un hombre sobrio, granjero, y que en esos años trabajaba como empaquetador para una empresa local.
La tragedia sobrevino a la familia de Richard cuando falleció uno de sus hermanos a los 20 años y poco tiempo después su padre de un ataque al corazón cuando el pequeño tenía solo 7 años.
Ante la dificultad de sacar una familia adelante, Mary Speck, la madre de Richard no tardó en casarse con Carl Lindberg un vendedor de seguros alcohólico, con problemas de ira y con un registro de 25 años de antecedentes criminales; esté hombre era la antítesis del hombre que había sido su padre.
Según cuentan los familiares y el propio Speck, cuando era un niño recibió toda una serie de golpes en la cabeza: se dio con la barra de un toldo, se estrelló con la bicicleta, se cayó de un árbol, sufrió un accidente tras golpearse con un martillo carpintero y, cuando tenía apenas tres años, quedó inconsciente al no llegarle el riego de la sangre a la cabeza.
Es difícil conocer si de verdad todos estos fueron accidentes fortuitos, pero, en cualquier caso, Richard vivió la mayoría de su infancia y adolescencia entre la soledad social y el temor a su padrastro.
a la edad de 12 años Speck comenzó con el consumo de alcohol y drogas, una actitud que mantenía casi a diario.
Su profesor de octavo curso le definía como perdido, como si no supiera que estaba pasando a su alrededor y afirmo que nunca la vió sonreír, y tampoco fue capaz de enseñarle nada, “No creo que nadie hubiera llegado hasta él, parecía como si estuviera perdido en la niebla”.
No consiguió el título de graduado en la universidad, a pesar de haberse resistido a mudarse a Texas con su madre y su padrastro para quedarse en su pueblo, junto a su hermana Sara.
Su primer delito lo cometió a los 14 años, cuando incendió parcialmente un estacionamiento de coches; casi inmediatamente después de que su padrastro terminara abandonándolos, Richard entró a trabajar en una fábrica de la conocida marca de bebidas 7-Up, época en la que conoció a una joven de 15 años llamada Shirley Malone, a la que dejó embarazada en apenas tres semanas y con la que terminaría casándose y teniendo una hija.
El mismo día que nació su hija, Speck estaba en prisión cumpliendo una sentencia de 22 días por pelearse en un bar. En los años posteriores continuaría con delitos como atracos a ultramarinos o el asalto con cuchillo a una mujer en un estacionamiento. Las salidas y entradas en prisión las combinaba con un consumo reiterado de alcohol y drogas y el eventual divorcio de su mujer.
En el verano de 1966, después de haber pasado los últimos tres meses entre los bares de Chicago, el cuñado de Richard, Gene, pensó que una buena oportunidad laboral para el hermano de su mujer sería en la Marina de Estados Unidos.
Richard fue designado a la tripulación del “Clarence B. Randall”, sin embargo, una apendicitis el primer mes a bordo lo hizo volver a tierra, lo internaron en el Hospital St. Joseph, allí conoció a una enfermera de 28 años llamada Judy Laakaniemi.
No tardó en recuperarse y volver a bordo del buque, donde persistió en una constante actitud de enfrentamiento con sus superiores y episodios de embriaguez constantes.
El 15 de junio de 1966 fue oficialmente retirado del “Clarence B. Randall” y en lugar de volver a casa de su hermana, Richard viajo a Houghton, Michinga, donde se reencontraría con Judy, la enfermera del St. Joseph, que en ese momento se encontraba en proceso de divorcio.
Solo dos semanas después, Judy le dio 80 dólares y el ex marinero, este rechazado, volvió a Chicago, a casa de su hermana; Gene al observar la situación, lo llevó al Sindicato Nacional Marítimo; frete a sus oficinas había un recinto de cinco casas adosadas, destinadas a enfermeras en prácticas en el Hospital Comunitario de Chicago; para que se le asignara cualquier otro empleo temporal.
El 13 de julio Speck estaba furioso, tras una semana esperando en la oficina del sindicato marítimo, solo había conseguido que le asignaran un trabajo; un encargo que, en el momento de llegar al muelle, resultó que no era para él. La frustración se apoderó de él y se dirigió al bar más próxima, donde conoció a una mujer de 53 años a la que acompañó hasta su casa, la violó y le robó una pistola de 15 dólares que había encargado por correo.
Posteriormente, se acercó hasta el número 2319 de la calle 100th de Chicago, donde vivían Gloria Davy, Patricia Matusek, Nina Jo Schmale, Pamela Wilkening, Suzanne Farris, Mary Ann Jordan, Merlita Gargullo, Valentina Pasion y Corazon Amurao, todas estudiantes de enfermería;
Speck llamó a la puerta Amurao, de 21 años, atendió y Richard, que estaba vestido todo de negro, con la pistola que había robado a la mujer de 53 años y un cuchillo, le dijo que se calmara, que sólo quería el dinero.
Las amenazó con el cuchillo y las fue maniatando conforme las ocho jóvenes llegaron a las habitaciones, las amarró a los pies y cabeceras de las camas con perfectos nudos de marinero; una a una, las arrastró hasta el cuarto contiguo, donde las violaba, acuchillaba y estrangulaba.
En un vídeo filtrado a la prensa en 1996, Richard relataría: “No es como en la televisión. Tardas más de tres minutos y se requiere mucha fuerza para estrangular a alguien”.
Mientras mataba una a una a sus amigas, Amurao consiguió zafarse de los nudos y arrastrarse debajo de la cama, donde permaneció escondida presa del horror, hasta que se hizo de día y el asesino se marchó por la puerta trasera.
Gracias a Amurao, la policía no tardó en identificar al culpable del múltiple asesinato, además de la descripción que había brindado la enfermera filipina, tenían restos biológicos del sospechoso por todas partes. Aun así, la policía le tendió una trampa: anunció una falsa oferta de empleo para un marinero en Nueva Orleans, ciudad que el propio Speck había confesado en el momento del crimen que era su destino y el motivo por el que quería el dinero de las enfermeras.
Speck fue arrestado unos días después, siendo la huella definitiva un tatuaje con las palabras “Born to raise Hell” (nacido para desatar el infierno).
Durante las primeras semanas después de su arresto, Speck confesó al Dr. Leroy Smith haber cometido los crímenes, bajo los efectos de un sedante y no era válido en un juicio.
John Stamos, fiscal del condado de Cook, aseguró que no hacía falta, ya que tenian un testigo visual.
El juicio se celebró en abril de 1967 y duró lo que tardó Corazon Amurao, superviviente de la masacre, en señalarlo en el juicio y en desplegarse las pruebas biológicas en la escena.
Durante el juicio, el sospechoso mantuvo en todo momento que no recordaba nada de aquella noche, se declaró demente y no apto, algo que el juez rechazó, pero, aun así, asignó una terapia de dos sesiones a la semana desde mediados de julio hasta febrero de 1967, todas ellas a cargo del Dr Ziporyn.
Este doctor, consideraba la posibilidad de que, como fruto de los golpes en la cabeza que sufrió en su infancia, Speck sufriese de unas jaquecas que solo podía mitigar con un alcoholismo que desataba su conducta violenta, asimismo, teorizaba con la posibilidad de Richard sufría de síndrome orgánico cerebral y que sus conductas violentas eran resultado de sentirse traicionado por mujeres.
También mantuvo la teoría de que Speck padecía del síndrome Madonna Whore, que exponía que los hombres nacidos tras la Segunda Guerra Mundial mantenían dificultades para encontrar el punto medio entre la mujer santa (Madonna) y la prostituta (whore).
No solo los análisis determinaron que el cariotipo de Speck era 46, XY (no padecía el síndrome), sino que el juez desestimó la teoría de Ziporyn de que estaba demente en el momento de los asesinatos.
Tanto la defensa como la acusación acordaron no tomar en consideración el testimonio del psiquiatra durante el juicio ya que, en los meses en los que había tratado al sospechoso, había recibido su permiso para publicar su biografía, y estaba a punto de salir a la venta.
El jurado popular sentenció a Richard Speck a la silla eléctrica, no obstante, tras varios años de pruebas médicas intentando verificar la existencia del síndrome Jakob y tras presentar un largo recurso en la Corte Suprema de Illinois, la condena de Speck pasó de pena de muerte en 1967 a una condena de 400 a 1.200 años de cárcel.
En 1978, Speck reconoció por primera vez públicamente, y a través de una entrevista para el periódico Chicago Tribune que él era el autor de la masacre.
“No albergo ningún sentimiento sobre aquella noche. Dijeron que había sangre por todas partes. Yo no lo recuerdo. Fue como si nada… Estoy verdaderamente arrepentido. Por esas niñas, por sus familias, por mí. Si volviera allí otra vez, lo convertiría en un simple atraco”.
“Al pueblo de Estados Unidos, solo decirles que sigan odiándome. Sé que eso mantiene su moral alta. Y, la verdad, yo no sé qué haría si no fuera así”.
Poco antes del 5 de diciembre de 1991, Speck fue trasladado del Centro Correccional de Stateville al Hospital Silver Cross en Joliet, Illinois, después de quejarse de fuertes dolores en el pecho el miércoles por la noche y murió más tarde en las primeras horas de la mañana del 5 de diciembre, de lo que se creía que era un ataque al corazón, un día antes de lo que habría sido su cumpleaños número 50.
La hermana de Speck temía que su tumba fuera profanada, por lo que no tiene un lugar de descanso físico; fue incinerado y sus cenizas esparcidas en un lugar secreto en el área de Joliet.
El Piso 13.5 Podcast – Entra a lo desconocido © 2024 | Política de privacidad 
