Sin duda, en el mundo existen muchas incógnitas, de entre todas ellas no podemos descartar la existencia de aterradoras criaturas que acechan en la oscuridad y por las noches se alimentan de sangre sin presentar temor ante la presencia humana.
Esta criatura se mencionó por primera vez en 1995, después de que Madeylen Tolentino reportara haber visto al Chupacabras después de un ataque contra el ganado en Puerto Rico, donde posteriormente se encontró una gran cantidad de ovejas muertas que presentaban heridas punzantes, sus cuerpos al parecer habían sido drenados y no tenían ni una gota de sangre.
Tolentino lo describió como un ser terrorífico, de entre 1,20 y 1,50 metros de alto, con grandes ojos, púas a lo largo de su espalda y afiladas garras, parecido a un extraterrestre, que pasó frente a la ventana de su casa.
Después de este caso, informes similares empezaron a llegar de otros sitios en América Latina y Estados Unidos, donde varias personas decían haber visto un animal rondar por las noches sus propiedades y este tenía un aspecto siniestro, similar a un perro, con un largo hocico lleno de enormes y afilados dientes, una piel de aspecto correosa o con escamas y desprendía un olor muy desagradable.
Esta bestia, como la llamaba la gente, era responsable por la muerte y mutilación del ganado local, al cual, durante el ataque le succionaba toda la sangre a través de pequeñas perforaciones en el cuello.
Luego de que numerosos ataques se hicieran públicos, los medios de comunicación empezaron a intervenir, reportando un severo incremento de estos avistamientos donde las victimas aparecían siempre sin sangre. El chupacabras parecía ser el responsable de todos estos ataques pasando a ser el centro de la atención y este a su vez se volvió viral.
A principios de la década del 2000, hizo su aparición un chupacabras diferente. Esta versión guardaba rasgos de la criatura original que había sido avistada en los primeros reportes, pero ahora se parecía menos a un extraterrestre.
El cambio de apariencia no le hizo perder credibilidad, por cuanto había testigos que reportaban haberlo visto y por supuesto, estaban los cuerpos, criaturas que había sido encontradas o cazadas.
El científico e investigador, Benjamín Radford vio aquí una oportunidad de oro, expreso “Cuando tienes un cuerpo, todo cambia, puedes tomar muestras de ADN, muestra de huesos y tienes morfología”.
Agrego Radford: “Al principio era escéptico sobre la existencia de la criatura; al mismo tiempo estaba consciente de la posibilidad de descubrir un nuevo animal; no quería ridiculizar el caso o descartarlo. Si el chupacabras era real, quería encontrarlo”.
El punto obvio para comenzar la investigación fueron los cuerpos dejados por este críptido, en su mayoría aparecieron en el estado de Texas y otras zonas en el sureste de Estados Unidos y al norte de México.
Realmente eran tan horribles como las descripciones hechas por los testigos: sin pelos, demacrados y con la piel aparentemente quemada.
Las expectativas y el interés se fueron disipando luego que las pruebas de ADN revelaron una realidad bastante común.
A finales de octubre de 2010, el biólogo Barry O’Connor, de la Universidad de Míchigan, llegó a la conclusión de que todos los informes de los chupacabras en los Estados Unidos y México eran coyotes infectados por el parásito Sarcoptes scabiei, el ácaro de la sarna, cuyos síntomas podrían explicar la mayoría de las características del chupacabras: poco pelaje, piel gruesa y olor intenso. O’Connor determinó que los ataques se produjeron “porque esos animales estarían tan debilitados que les resultaría difícil la caza, por lo tanto, podrían verse obligados a atacar al ganado, más fácil que cazar un conejo o un ciervo”.
¿Cómo fue que pudieron confundir a estos animales con monstruos extraterrestres?
La profesora Allison Diesel, de la Universidad de Texas A&M y especialista en enfermedades inflamatorias de la piel, confirmó esta versión y agregó que esta enfermedad puede ser lo suficientemente espantosa como para hacer lucir a cualquier animal como un monstruo.
“Los perros sarnosos son casi calvos, con partes de la piel roja o casi negra, y muy gruesa”, explica la profesora. Si a eso le sumas heridas que el animal se realiza cuando se rasca, terminas con un buen prospecto de chupacabras.
Pero si los supuestos chupacabras terminaron siendo animales corrientes, aún quedaba el misterio de los cuerpos sin sangre.
El ganado por lo general es víctima frecuente de depredadores comunes en la zona, como perros o coyotes.
En palabras de Bill Schutt, del Museo de Historia Natural en Nueva York, gracias a la bien conocida leyenda de Drácula, las marcas en el cuello en los animales, suelen ser asociadas a vampiros.
Schutt aclara que los animales que de verdad se alimentan de la sangre de otros, no actúan de esta manera, aclara que “las especies que succionan sangre la obtienen de la superficie de la piel de sus víctimas, no la buscan en la vena yugular”.
De hecho, si se comparan las características de animales como los murciélagos vampiros con las del chupacabras, es difícil encontrar alguna similitud.
Una criatura del tamaño de un perro “se moriría de hambre rápidamente si se alimenta de sangre”, debido a la falta de componentes esenciales como la grasa.
Aunque varios testigos llegaron a la conclusión de que los ataques podían ser obra de perros o coyotes y que las víctimas no habían sido devoradas nunca lograron explicar con exactitud la presencia de los agujeros en la yugular de las presas, correspondientes a colmillos y tampoco la total ausencia de sangre en las mismas.
Cuéntanos en los comentarios si crees en el chupacabras y ¿qué harías si te toparas con una de estas siniestras criaturas?